AGUINALDO 2024

febrero 3, 2024

AGUINALDO 2024
El Rector Mayor de los Salesianos de Don Bosco, Cardenal Ángel Fernández Artime, presenta su Aguinaldo para 2024, sobre el tema “EL SUEÑO QUE HACE SOÑAR” Un corazón que transforma los ‘lobos’ en ‘corderos’.


#UnSueñoParaTi | Enero | Don Bosco, soñador, con los pies en el patio

febrero 3, 2024

Comenzamos 2024 donde recordamos que, un niño de tan solo 9 años tuvo un sueño que cambiaría el rumbo de su vida y marcaría la historia de la educación.


RMG – Don Bosco soñador: el triunfo de la Congregación

febrero 3, 2024

(ANS – Roma) – La «novena» de sueños de Don Bosco propuesta por ANS en este bicentenario del Sueño de los Nueve Años concluye hoy, 31 de enero, en el día de la fiesta del Padre y Maestro de los Jóvenes. Si el sueño de los diez diamantes contenía una advertencia inequívoca, esta otra visión de Don Bosco parece asegurar a sus hijos un futuro promisorio, siempre y cuando continúen en el camino indicado por la Providencia a través de su fundador, siguiendo su herencia imperecedera. Es el llamado sueño del «triunfo de la Congregación» (Memorias Biográficas, 1881, XII, 465).

“…tomándome aparte aquel desconocido, me dijo: 

-Ven, que te voy a hacer ver el triunfo de la Congregación de San Francisco Sales. Súbete sobre esta roca y verás.

Había una gran peña que sobresalía en medio de aquella llanura inconmensurable y me subí a ella. ¡Qué inmensidad se extendía ante mis ojos! Aquel campo, que jamás había imaginado tan vasto, me pareció que ocupase toda la tierra.

Estaban reunidos hombres de todos los colores, vestidos de las formas más diversas, de todas las nacionalidades. Vi tanta gente que no  sabría decir si en el mundo existe una población semejante. Comencé a observar a los primeros que se ofrecían a nuestra vista. Estaban  vestidos como nosotros los italianos. Yo conocía a los de las primeras filas y había numerosísimos salesianos que conducían como de la  mano a multitud de escuadrones de niños y de niñas. Después les seguían otros en varios grupos; y después otros muchos a los cuales no  conocía y a los que no podía distinguir, formando un número indescriptible. Hacia el mediodía aparecieron ante mis ojos, sicilianos,  africanos y un pueblo integrado por un número incontable de gente desconocida para mí. Todos eran conducidos por los salesianos, de  los cuales sólo conocía a los que iban en las primeras filas. 

-¡Vuélvete!, me dijo aquel desconocido.

Y he aquí que vi ante mí a otros pueblos de gente incalculable por su número, vestida de una manera diversa que nosotros; llevaban  pieles y una especie de capas que parecían de terciopelo, todas de distintos colores. Aquel personaje me hizo dirigir la mirada hacia los  cuatro puntos cardinales. Entre otras cosas, hacia la parte de oriente, vi unas mujeres con los pies tan pequeños que apenas si podían  estar de pie y que casi no podían caminar. Lo más maravilloso era que por todas partes veía salesianos que conducían falanges y falanges de niños y de niñas y, al mismo tiempo, un concurso inmenso de pueblo. Siempre me eran conocidos los que iban en primera fila; pero a  los que venían detrás los desconocía por completo, lo mismo a los misioneros. Muchas cosas no las puedo contar con todos sus  pormenores porque me haría interminable.

Entonces el desconocido, que me había guiado y me había aconsejado lo que tenía que hacer, tomó de nuevo la palabra y me dijo:

-Mira, observa; ahora de momento no comprenderás todo cuanto te voy a decir, pero, presta atención: todo cuanto has visto es la mies preparada para los salesianos. »Has visto qué campo tan inmenso por cultivar? Pues esta extensión sin límites ante la cual te encuentras  es el campo reservado a tus hijos. Los salesianos que has visto son los operarios de esta porción de la viña del Señor. Muchos de los que  trabajan en ella te son conocidos. El horizonte se dilata ante su vista y has visto aparecer ante ti mucha gente para ti desconocida; esto  quiere decir que no solamente en este siglo sino también en el próximo y en los siglos futuros, los salesianos continuarán trabajando en su campo. Pero »sabes con qué condiciones se podrá conseguir lo que has visto? Te lo voy a decir. Mira, es necesario que hagas  imprimir estas palabras que serán como vuestro lema, como vuestra palabra de orden, vuestro distintivo. Nótalo bien: El trabajo y la  templanza harán florecer a la Congregación Salesiana. Harás explicar estas palabras, las repetirás continuamente, insistirás en su  significado. Harás imprimir un manual que las explique y haga comprender bien que el trabajo y la templanza son la herencia que  dejas a la Congregación y, al mismo tiempo, su gloria.

Yo le respondí:

-Lo haré de mil amores; todo esto está muy de acuerdo con el fin que nos hemos propuesto; es lo mismo que recomiendo a mis hijos  día a día y siempre que se me presenta la ocasión. 

-»Estás, pues, bien persuadido de ello? »Me has comprendido bien? Esta es la herencia que les dejarás y di, con toda claridad, que  mientras sepan corresponder tendrán seguidores al mediodía, al norte, al oriente y al occidente. Ahora termina los ejercicios y  encamínalos a su destino. Estos serán los modelos, después vendrán los otros.

Y he aquí que aparecieron nuevamente los ómnibus para conducirnos a todos a Turín. Yo observaba atentamente y pude ver que eran  unos vehículos sui generis, extraños a más no poder. Los nuestros comenzaron a subir a ellos; mas aquellos ómnibus no tenían apoyo por ninguna parte y yo me temía que los jóvenes se cayesen de ellos y no quería dejarlos partir. 

Pero el guía me dijo: 

-Deja, deja que marchen; no necesitan apoyo, basta que cumplan bien aquella máxima: Sobrii estote et vigilate. Si se pone bien en  práctica esto, no hay peligro de caer, aunque no estén apoyados en nada y la carroza siga su marcha”. 


RMG – Don Bosco soñador: el sueño de los diez diamantes

febrero 3, 2024

(ANS – Roma) – Un recordatorio constante para la Congregación Salesiana y todos sus hijos, para nunca perder de vista las características y actitudes que deben cultivarse para agradar a Dios y servir a los hermanos: de esta manera, Don Bosco interpretaba otro de sus sueños más célebres, el de los diez diamantes (Memorias Biográficas, XV, 182-87), que tuvo lugar en septiembre de 1881: en la víspera de la fiesta de San Juan Bosco, en este Año Bicentenario del sueño de los Nueve Años, lo presentamos a continuación.

“En la noche del 10 al 11, mientras dormía, creí hallarme paseando en una gran sala, magníficamente adornada, con los Directores de  nuestras casas, cuando apareció entre nosotros un hombre de tan majestuoso aspecto que no podíamos fijar en él la mirada.

Habiéndonos observado en silencio, se puso a caminar a poca distancia nuestra.

El personaje estaba vestido de la siguiente manera: Un rico manto le cubría el cuerpo a manera de capa.

En la parte más cercana al cuello llevaba una banda anudada por delante, con una cinta que le caía sobre el pecho.

En la banda se leía escrito con brillantes caracteres: Salesianorum Societas, anno 1881, y en la cinta: Qualis esse debet.

Lo que apenas nos permitía mirar al Augusto personaje, eran diez diamantes de tamaño y esplendor extraordinarios.

Tres de estos diamantes los tenía sobre el pecho.

En uno estaba escrito, Fe; en otro, Esperanza, y en el tercero, colocado sobre el corazón, Caridad.

Sobre los hombros llevaba otros dos diamantes. En el del hombro derecho se leía, Trabajo, y en el del izquierdo, Templanza. Los cinco diamantes restantes adornaban la parte posterior del manto dispuestos en el siguiente orden: Uno, el más grande y refulgente, estaba en medio, como centro de un cuadrilátero y tenía escrito, Obediencia. Sobre el primero, colocado a la derecha, se leía: Voto de pobreza. Sobre el segundo, puesto en el mismo lado, pero más abajo, Premio. En el tercero, colocado a la izquierda, Voto de castidad. El resplandor que irradiaba este diamante era tal que fascinaba y atraía la vista como el imán al hierro.  El cuarto, colocado también a la izquierda, pero más abajo, llevaba grabada la palabra, Ayuno.  Estos cuatro diamantes dirigían sus rayos luminosos hacia el diamante del centro.  Todos estos diamantes despedían rayos que se elevaban a manera de pequeñas llamas en las que se leían diversas sentencias. En los rayos del diamante de la Fe, estaba escrito: Sumite scutum fidei ut, adversus insidias diaboli, certare possitis. (Armaos con el escudo de la fe, para que podáis combatir contra las asechanzas del diablo).  En otro rayo se decía:  Fides sine operibus mortua est. (La fe sin obras está muerta).  Non auditores, sed factores legis regnum Dei possidebunt. (No los que oyen la ley de Dios poseerán su reino, sino los que la cumplen).  En los rayos de la Esperanza:  Sperate in Domino, non in hominibus. (Confiad en Dios, no en los hombres).  Semper vestra fixa sint corda ubi vera sunt gaudia. (Estén vuestros corazones siempre fijos donde existen los verdaderos goces).  En los rayos de la Caridad:  Alter alterius onera portate, si vultis adimplere legem meam. (Si queréis cumplir la ley divina, ayudaos los unos a los otros).  Diligite et diligemini. Sed diligite animas vestras et vestrorum. (Amad y seréis amados. Pero amad vuestras almas y las de los vuestros).  Devote divinum officium persolvatur; missa attente celebretur; Sanctum Sanctorum peramanter visitetur. (Récese devotamente el Oficio divino. Celébrese atentamente la misa. Visítese amantísimamente a Jesús Sacramentado). En el diamante del Trabajo:  Remedium concupiscentiae. (Remedio de la concupiscencia).  Arma potens  contra omnes insidias diaboli. (Arma poderosa contra todas las insidias del diablo).  En el diamante de la Templanza:  Si lignum tollis, ignis extinguitur. (Si quitas la leña se acaba el fuego).  Pactum constitue cum oculis tuis, cum gula, cum somno, ne hujusmodi inimici

1 Todos los nombres de estos diamantes, escritos en cursiva, aparecen sólo en latín en el original. (N. de. T.).

2 Debe haber sido un error, el escribir poderosa, en lugar de potentísima, lo mismo que dice más adelante después del Ayuno. depraedentur animas vestras. (Haz pacto con tus ojos, con la gula y con el sueño, para que estos enemigos no perjudiquen a vuestras  almas). Intemperantia et castitas non possunt simul cohabitare. (La intemperancia y la castidad no pueden vivir juntas).

En el diamante de la Obediencia:

Totius aedificii fundamentum, et sanctitatis compendium. (Fundamento del edificio espiritual y compendio de santidad).

En los rayos de la Pobreza:

Ipsorum est regnum coelorum. (De los pobres es el reino de los cielos).

Divitiae spinae sunt. (Las riquezas son espinas).

Paupertas non verbis, sed corde et opere conficitur. Ipsa coeli ianuam aperiet et introibit. (La pobreza no consiste en palabras sino en  afectos y obras. Ella nos abrirá el reino de los cielos y entraremos en él).

En los rayos de la Castidad:

Omnes virtutes veniunt pariter cum illa. (Todas las virtudes vienen juntamente con ella).

Qui mundo sunt corde Dei arcana vident, et Deum ipsum videbunt. (Los limpios de corazón comprenden los arcanos divinos y verán al  mismo Dios).

En los rayos del Premio:

Si dilectat magnitudo praemiorum, non deterreat multitudo laborum. (Si te deleita la grandeza del premio, que no te espante la multitud  del trabajo).

Qui mecum patitur, mecum gaudebit. (El que conmigo padece, conmigo gozará).

Momentaneum est quod patimur in terra, aeternum est quod delectabit in coelo amicos meos. (Momentáneo es lo que padecemos en la  tierra y eterno lo que deleitará a mis amigos en el cielo).

En los rayos del Ayuno:

Arma potentissima adversus insidias inimici (Arma potentísima contra las asechanzas del enemigo).

Omnium virtutum custos. (Custodio de todas las virtudes).

Omne genus daemoniorum per ipsum ejicietur. (Con el ayuno se vence todo género de demonios).

La orla del manto era una ancha franja rosada, en la que se leían estas palabras:

Argumentum praedicationis mane, meridie et vespere. (Argumento de predicación por la mañana, al mediodía, por la tarde).

Colligite fragmenta virtutum et magnum aedificium constituetis. (Recoged los fragmentos de las virtudes y os haréis un gran edificio de  santidad).

Vae vobis qui modica spernitis. Paulatim vos decidetis. (íAy de vosotros si despreciáis las cosas pequeñas, poco a poco caeréis!)

Hasta entonces los Directores habían estado, quién de pie, quién de rodillas, pero todos atónitos y silenciosos. Entonces don Miguel  Rúa, como fuera de sí, dijo:

-Es necesario tomar apuntes para no olvidarse. Buscó una pluma pero en vano; sacó la cartera y no halló el lápiz. -Yo me acordaré de todo, dijo don Celestino Durando. -Me gustaría tomar nota de todo, añadió don José Fagnano, y se puso a escribir con el tallo de una rosa. Todos miraban y comprendían lo que iba escribiendo. Cuando don José Fagnano hubo terminado de escribir, don Santiago Costamagna continuó dictando:

 -La caridad lo comprende todo, lo sobrelleva todo, lo vence todo: prediquémosla con la palabra y con los hechos.

Mientras escribía don José Fagnano, desapareció la luz y densas tinieblas invadieron el salón. -íSilencio!, exclamó don Carlos Ghivarello. Arrodillémonos, oremos y vendrá la luz. Don Luis Lasagna comenzó el Veni Creator Spiritus, después el De profundis, la jaculatoria Maria Auxilium Christianorum, siguiéndole todos.  Al responder los circunstantes: Ora pro nobis, apareció una luz rodeando un cartel en el que se leía: Salesianorum Societas qualis essepericlitatur anno salutis 1900. (Cómo corre peligro de ser la Sociedad Salesiana, en el año 1900.)  La luz se hizo un poco más viva de modo que todos nos podíamos ver y conocer.  En medio de aquel resplandor reapareció el Personaje, pero con aspecto melancólico y como quien está a punto de comenzar a llorar.  El hermoso manto que antes le cubría estaba ahora descolorido, apolillado y roto.  En el sitio de los diamantes sólo había, debido a la polilla y a otros insectos, un gran rasgón.  –Respicite et intelligite. Mirad y entended, nos dijo.  Y vi que los diez diamantes se habían convertido en otras tantas polillas que roían furiosamente el manto.  El diamante de la Fe había sido sustituido por esta frase: Somnus 1 et accidia. (Sueño y pereza.)  El de la Esperanza por Risus et scurrilitas. (Risas y chacota).  El de la Caridad por Negligentia in divinis perficiendis. Amant et quaerunt quae sua sunt, non quae Jesu Christi. (Negligencia en los divinos oficios. Aman y buscan sus cosas y no las de Jesucristo).  El de la Templanza por Gula et quorum Deus venter est. (Gula y aquellos cuyo Dios es el vientre).  El del Trabajo por Somnus, furtum et otiositas. (Sueño, hurto y ociosidad).  En el lugar de la Obediencia había un ancho y profundo desgarrón, sin nada escrito.  El diamante de la Castidad había sido sustituido por la frase: Concupiscentia oculorum et superbia vitae. (Concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida).  El de la Pobreza por Lectus, habitus, potus et pecunia. (Lecho, hábito, vino y dinero).

El del Premio por Pars nostra erunt quae sunt super terram. (Nuestra recompensa serán las cosas de la tierra).

En el sitio del Ayuno no había nada escrito, sólo un rasgón.

Ante espectáculo tan desolador quedamos todos aterrados.

Don Luis Lasagna cayó desvanecido al suelo. Don Juan Cagliero palideció como la cera y apoyándose en una silla, exclamó:

– Es posible que las cosas hayan llegado ya a este punto?

Don José Lazzero y don Pedro Guidazio estaban como fuera de sí y se dieron la mano para no caer. Don Juan Francesia, el conde Cays,  don Julio Barberis y don José Leveratto estaban arrodillados rezando el Rosario.

De pronto se oyó una voz potente que decía:

-íHa desaparecido tanta belleza! Quomodo mutatus est color optimus.

 En medio de la oscuridad, sucedió un fenómeno singular.

Repentinamente nos volvimos a encontrar rodeados de densas tinieblas en medio de las cuales apareció una luz vivísima en forma de  cuerpo humano.

No podíamos fijar la mirada, pero podíamos apreciar que se trataba de un jovencito vestido de blanca túnica bordada en plata y oro.  Alrededor de la túnica llevaba una orla de luminosísimos diamantes.

El jovencito de blanca túnica se adelantó un poco hacia nosotros y con majestuoso aspecto, dulce y amable al mismo tiempo, nos  dirigió estas textuales palabras:

Servi et instrumenta Dei Omnipotentis, attendite et intelligite. (Siervos e instrumentos del Dios Omnipotente, atended y recordadlo  bien).  Confortamini et estote robusti. (Animaos y permaneced firmes).

Quod vidistis et audistis, est coelestis admonitio quae nunc vobis et fratribus vestris facta est: animadvertite et intelligite sermonem. (Lo  que acabáis de ver y de oír es un aviso celestial hecho a vosotros y a vuestros hermanos. Estad atentos y comprended mis palabras).

Jacula praevisa minus feriunt, et praeveniri possunt. Quot sunt verba signata, tot sint argumenta praedicationis. (Los dardos que  se ven venir hieren menos y se pueden prevenir. Cuantas son las palabras señaladas, otros tantos sean los argumentos de predicación).

Indesinenter praedicate, opportune et importune: sed quae praedicatis constanter facite, adeo ut opera vestra sint velut lux, quae sicuti  tuta traditio ad fratres et filios pertranseat de generatione in generationem. (Predicad sin cesar; oportuna e importunamente. Pero lo que  prediquéis predicadlo constantemente de tal manera que vuestras obras sean como la luz, que, cual segura tradición pase de generación en  generación a vuestros hermanos e hijos).

Attendite et intelligite. Estote oculati in tironibus acceptandis: fortes in colendis: prudentes in admitendis. Omnes probate: sed tantum  quod bonum est tenete. Leves et mobiles dimittite. (Oíd y recordadlo bien. Sed cautos en la aceptación de los novicios; fuertes en  probarlos; prudentes en admitirlos a la profesión. Probad a todos: pero, quedaos sólo con los buenos. Despedid a los ligeros y volubles).

Attendite et intelligite. Meditatio matutina et vespertina sit indesinenter de observantia Constitutionum. Si id feceritis numquam vobis  deficiet Omnipotentis Auxilium. Spectaculum facti eritis mundo et Angelis et tunc gloria vestra erit gloria Dei. (Oíd y recordadlo bien.  Vuestra meditación de la mañana y de la noche, sea sobre la exacta observancia de las Constituciones. Si lo hacéis así no os faltará nunca el auxilio del Omnipotente. Seréis la admiración del mundo y de los ángeles y entonces vuestra gloria será la gloria de Dios).

Qui videbunt saeculum hoc exiens et alterum incipiens, ipsi dicent de vobis: A Domino factum est istud; et est mirabile in oculis  nostris. Tunc omnes fratres vestri et filii vestri una voce cantabunt: Non nobis; Domine, non nobis; sed nomini tuo da gloriam. (Los que  vivan al fin de este siglo y al comienzo del otro dirán de vosotros:

El Señor ha hecho todo esto y es admirable a nuestros ojos. Entonces todos vuestros hermanos e hijos cantarán al unísono: No a nosotros,  Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria).

Estas últimas palabras las cantó el jovencito de la blanca túnica y a su voz se unió una multitud de voces tan armoniosas y sonoras que  todos quedamos extasiados y para no caer desvanecidos nos unimos a los demás en el canto.

Cuando éste se hubo terminado, se oscureció la luz. Entonces me desperté y observé que comenzaba a amanecer.